martes, 17 de marzo de 2009

EL SUEÑO

Y allí estaba. En medio del bosque, perdido, sin ayuda. Completamente solo. Estábamos de excursión con la escuela y me había separado del grupo. Había empezado a correr detrás de una mariposa, y sin darme cuenta fui adentrándome al bosque. Había estado gritando durante horas, pidiendo ayuda, sin obtener respuesta alguna. Se había echo de noche, empezaba a tener frío y miedo también. En casa debían estar muy preocupados. Llevaba el móvil, pero no me quedaba saldo para poder llamar y aunque hubiera tenido tampoco habría podido porque allí no había cobertura.
Estuve caminando durante horas sin encontrar nada de posible ayuda. Cuando ya estaba demasiado cansado para poder seguir, me tumbé al suelo y me acurruqué al lado del tronco de un árbol.
Al poco rato me dormí.
Cuando me desperté ya estaba amaneciendo, y decidí que debía seguir caminando.
Me estaba a punto de dar por vencido, cuando de repente, de en medio de los árboles salió un niño. ¡Estaba salvado!
Nos hicimos amigos muy rápidamente. Me dijo que se llamaba Txin. Me pareció un nombre muy raro, pero tampoco le presté demasiada atención. Me pidió, muy insistentemente, que jugáramos a un juego y acepté. La verdad es que me lo pasé muy bien, y por unos momentos me olvidé de que estábamos perdidos en medio del bosque. Le pregunté si sabía como salir de allí y me dijo:
- ¡Cuando despiertes, conseguirás encontrar la respuesta a tu pregunta!
No entendí nada, ¡pero si ya estaba despierto!
Me dijo que quería que jugáramos otra vez. Le contesté que no, al menos hasta que encontrásemos la forma de salir, y el pesado de que no había forma de salir a menos que yo despertara.
Estuvimos andando, sin rumbo fijo ya que no sabíamos en que dirección ir, y charlando sobre nuestras vidas. Con él todo era más fácil, ya no tenía tanto miedo, aunque no lo conocía de nada me parecía como si ahora ya no estuviera perdido en el bosque.
Me empecé a fijar bien en el bosque y todo era muy extraño.
De repente, empecé a sentir una voz. Me era una voz muy familiar. Como si la conociera. Cada vez era más fuerte como si cada vez estuviese más cerca.
Al final pude oír lo que me decía:

- ¡Martín, despierta! Vas a llegar tarde a la escuela.- era la voz de mamá.

Abrí los ojos de golpe, y vi que estaba en mi habitación. Todo había sido un sueño. Era como si hubiera estado en otro planeta.