lunes, 20 de abril de 2009

ODIO Y VENGANZA

Era una soleada mañana en el poblado de Pablo, los pájaros canturreaban alegres en los árboles en flor de la bella Castilla, era un poblado de luchadores y guerreros, gentes que dedicaban su vida a la batalla, cuando reinaba la paz se entrenaban, y cuando estallaba alguna batalla partían a defender a sus aliados, luchaban codo a codo siempre ayudados por sus grandes dotes en campo hóstil. Eran conocidos en toda Castilla, incluso temidos, y muchos otros poblados los tenían en el punto de mira, entre ellos los poblados del sur, tal era la rabia de esos Poblados del Sur que decidieron atacar expresamente el poblado de Pablo.
El ataque fue letal, fue efectuado de noche y cuando todos los guardianes dormían, no hubo tiempo a reaccionar, murieron mujeres y niños, atacaron con la intención de no dejar títere con cabeza, quemaron todas las casa y cerraron las posibles vías de escape, pero lo que no sabían es que aquel chico llamado Pablo esa misma noche había salido a dar una vuelta por los bosques cercanos de su hermoso poblado. Grande fue la sorpresa de Pablo al regresar a su casa y ver que todo había quedado calcinado, sus padres yacían muertos en el suelo, al igual que todos sus vecinos y amigos, todo lo que el había conocido desde pequeño había desaparecido, todo su mundo se lo había llevado el odio de sus atacantes en forma de llamas que devoraron todas las vidas. Ver todo aquel panorama creo dentro de Pablo un gran sentimiento de rabia, una ira incontrolable que no podría parar hasta que no diese muerte a esos malditos asesinos que habían destruido su poblado.
En ese momento recordó que su padre le había contado una vez que su abuelo era un gran guerrero que había vivido mucho tiempo en una pequeña choza en el bosque donde siempre iba a dar un paseo, y pensó que quizás allí encontraría armas, no lo dudo ni un momento y se dirigió hacía allí. Al amanecer ya había llegado, la choza no era muy grande y estaba rodeada de matorrales y zarzas, eso no importó lo más mínimo a Pablo por que lo único que importaba a Pablo de aquella destartalada casa era el gran tesoro bélico que dentro de ella se hallaba: la espada de plata de su abuelo. Efectivamente, en cuanto abrió la puerta allí la vio en una vitrina llena de polvo, cogió un taburete y lo lanzó con todas sus fuerzas contra la vitrina rompiendo el cristal y haciendo descolgar aquella valiosa arma, luego se dispuso a recogerla del suelo y cayó en la cuenta de que no podría cargar con tan pesada arma, en ese momento todas sus ilusiones de matar a los asesinos de sus padres se desvanecieron, se hicieron añicos del mismo modo que aquella vieja vitrina. Al cabo de un rato sentado mirando fijamente la espada le vinieron miles de recuerdos, miles de fotogramas que golpeaban su cerebro, miles de imágenes de la gente que mas quería muerta en el suelo, se levantó como ayudado por una fuerza divina y empuñó con vigor y rabia aquella espada cual escritor empuña su pluma, haciéndola danzar a su libre gana, en ese momento fue como si Pablo hubiese crecido, ayudado por el recuerdo de sus padres.
En cuanto hubo descansado un rato decidió partir hacia los poblados del sur que tanto daño habían causado, tanto daño en una pelea injusta, más bien en un asesinato.
Aquella misma noche, Pablo ayudado por el sigilo de sus pequeños pies se adentro en la casa señorial del cabecilla de aquel poblado de bárbaros y lo mató con la espada de su abuelo, sellando por fin la venganza de sus padres.

Esta historia nos quiere decir que la muerte y la destrucción solo traen muerte y destrucción y esto se convierte en un círculo de venganzas, una vendetta eterna.